Seamos autores de nuestra transformación positiva.
Seamos autores de nuestra transformación continua como seres humanos. Agradezcamos lo que tenemos, sin pensar en lo que hace falta. Busquemos desarrollar lo increíble que podemos ser, al conocernos a nosotros mismos, identificar y regular nuestras emociones, reflexionar y reconocer nuestra responsabilidad en cada acción que tomamos libremente.
Entendamos que las personas que nos rodean son diferentes a nosotros, con sus propias vidas y decisiones. Aceptemos que cada individuo puede pensar, sentir y actuar de manera distinta a como lo hacemos nosotros. Si respetamos la singularidad de cada persona, podremos crecer y ayudar a los demás a crecer también. Enfoquémonos en lo que nos une y resolvamos nuestros conflictos de manera constructiva. Seamos puentes de unión, empatía y cooperación. Actuemos con gracia y cortesía. Acordemos acompañarnos los unos a los otros. No estamos solos; somos seres sociales.
Adentrémonos en la comunidad de la que formamos parte. Conozcamos nuestra historia para rastrear el origen de aquello de lo que nos sentimos tan orgullosos. Entendamos las raíces de la riqueza de nuestra ciudad, estado, provincia o nación, tanto en sus aspectos tangibles como intangibles. Reflexionemos sobre las causas de la pobreza, como los recursos naturales, la falta de educación y la injusticia, y construyamos puentes en busca de soluciones creativas.
Recordemos que somos inter-independientes con cada uno de nosotros y con todo el medio que nos rodea: la flora, la fauna, los minerales, el agua, la atmósfera. Entendamos por qué no son renovables, y por qué es tan importante cuidarlos y administrarlos. Comprendamos la responsabilidad que compartimos de resignificar nuestra relación con la naturaleza. Transitemos hacia una conciencia y actuar que neutralicen los efectos adversos que hemos causado sobre nuestro planeta y que permitan su regeneración.
Seamos agentes responsables en la búsqueda de la verdad, validando la información antes de compartirla. Cuestionemos respetuosamente lo que publican las personas o las instituciones. Siempre cabe un poco de sentido común también. Integremos el pensamiento científico como parte de nuestra vida.
Si respetamos que cada persona es única, podremos crecer y apoyar a otros a crecer.